viernes, 2 de agosto de 2013

El Zorro del Gallego

NOTA : ESTE NO ES MIO LO TOMO PRESTADO MI MI AMIGO EL GALLEGO ALFONSO MOURE CON QUIEN SEGURO VAMOS A COMPARTIR ALGO CON LETRAS

Cómo empezó esta búsqueda (que ya se transformó en obsesión) no está claro en mi golpeada memoria. Conservo aún vivos los capítulos del zorro; sobre todo los que lucha contra el águila y el capitán monasterio. Recuerdo de mi niñez, mis tardes de merienda con mi vieja tejiendo y el frío de palermo viejo, hoy ya convertido en nada. Pero volviendo a Don Diego, más ídolo que el Diego; a su lucha, a su defensa del indígena y su doble vida con tornado y el mudo que no era sordo; que había quedado en mi olvido, hasta que un día supe que el zorro murió en buenos aires. También supe de Lúpiz (su heredero) y busqué en sus últimos días. Ahí supe de los programas de televisión con el capitán Piluso, y del circo del zorro, de gira por el país imaginando a nenes en Azul emocionados, viendo al verdadero y bravo zorro. También supe que era adicto a la cocaína; y que gustaba de fiestas interminables; y que le encantaba ponerle el antifaz a las jovencitas; y que era un borracho violento; y que una noche en plena tomata su corazón se paró. Tirado en el suelo, el auténtico murió (sólo tenía la capa); y todo se silenció en el país del olvido, del silencio; se cayó su muerte, se enmascaró la verdad. Y resultó fácil, porque acá ya gobernaba el águila, y el capitán Monasterio secuestraba monjas, y al Sargento García lo habían mandado a buscar una grande de fugazzeta.

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